Hepatitis A

04.06.2011 20:51

 

Nota descriptiva N°328
Mayo de 2008


Datos y cifras

  • La hepatitis A es una virosis hepática que puede causar morbilidad moderada a grave.
  • Se transmite por vía fecal-oral (de las heces a la boca) cuando una persona ingiere alimentos o bebidas contaminadas por heces de una persona infectada.
  • La enfermedad está estrechamente asociada a un saneamiento deficiente y a falta de hábitos de higiene personal, por ejemplo lavado de manos.
  • Cada año se registran aproximadamente 1,4 millones de casos de hepatitis A.
  • Las epidemias se pueden propagar de manera explosiva y causar pérdidas económicas considerables; un brote epidémico ocurrido en Shangai en 1988 afectó a 300 000 personas.
  • Las maneras más eficaces de combatir esta enfermedad consisten en mejorar el saneamiento y vacunar contra la hepatitis A.

La hepatitis A es una infección hepática causada por el virus de la hepatitis A (VHA). Éste se transmite cuando una persona no infectada o no vacunada come o bebe algo contaminado por heces de una persona infectada por el VHA; esta vía de transmisión se llama fecal-oral. La enfermedad está estrechamente asociada a un saneamiento deficiente y falta de higiene personal. A diferencia de las formas B y C, la hepatitis A no causa hepatopatía crónica y rara vez resulta mortal, pero sí causa síntomas debilitantes.

Enlaces conexos

 

La hepatitis A se presenta esporádicamente y en epidemias en el mundo entero, con una tendencia a las reapariciones cíclicas. A nivel mundial, las infecciones por VHA ascienden aproximadamente a 1,4 millones de casos al año. Las epidemias asociadas a alimentos o agua contaminados pueden aparecer de forma explosiva, como la epidemia registrada en Shangai en 1988 que afectó a unas 300 000 personas.

La enfermedad puede tener consecuencias económicas y sociales graves en las comunidades. Los enfermos pueden tardar semanas o meses en recuperarse y volver a sus actividades laborales, escolares o cotidianas. Las repercusiones en los establecimientos de comidas contaminados por el virus y en la productividad local en general pueden ser graves.

Síntomas

Los síntomas de la hepatitis A son de moderados a graves y pueden consistir en fiebre, malestares, pérdida de apetito, diarrea, náuseas, molestias abdominales, coloración oscura de la orina e ictericia (coloración amarillenta de la piel y la esclerótica ocular). No todas las personas infectadas padecerán todos los síntomas. Los adultos muestran signos y síntomas de morbilidad con mayor frecuencia que los niños, y la gravedad de la enfermedad, así como la mortalidad, aumentan con la edad. Los menores de seis años de edad infectados no suelen tener síntomas apreciables, y sólo el 10% muestran ictericia. Entre los niños de más edad y los adultos la infección suele causar síntomas más graves y se observa ictericia en más del 70% de los casos. La mayor parte de las personas se recupera al cabo de varias semanas, o a veces meses, sin sufrir complicaciones.

¿Quiénes corren riesgos?

Toda persona no infectada anteriormente o no vacunada puede contraer hepatitis A. Quienes viven en lugares donde el saneamiento es deficiente corren mayores riesgos. En los lugares donde el virus está extendido, la mayor parte de las infecciones por VHA aparecen en la primera infancia. Otros factores de riesgo son la inyección de drogas, la convivencia con una persona infectada o las relaciones sexuales con una persona que tiene una infección aguda por VHA.

Transmisión

El VHA se suele propagar de una persona a otra cuando una persona no infectada ingiere alimentos o bebidas contaminados con heces procedentes de una persona infectada por el virus. La transmisión de VHA por vía sanguínea, es mucho menos frecuente. Los brotes de origen hídrico, aunque infrecuentes, suelen ir asociados a contaminación por aguas residuales o a un abastecimiento de agua insuficientemente tratada. El virus no se propaga por contacto ordinario entre personas.

Tratamiento

No hay ningún tratamiento específico para la hepatitis A. La remisión de los síntomas después de la infección puede ser lenta y éstos pueden tardar varias semanas o meses en desaparecer. El tratamiento tiene por objetivo la comodidad y el equilibrio nutricional del paciente, incluida la rehidratación tras los vómitos y las diarreas.

Prenvención

Las modalidades más eficaces de lucha contra la enfermedad consisten en mejorar el saneamiento y vacunar contra la hepatitis A.

Un abastecimiento suficiente de agua potable segura y una evacuación apropiada de las aguas residuales de la comunidad, junto con prácticas de higiene personal tales como el lavado regular de las manos, permiten reducir la propagación del VHA.

Hay varias vacunas contra la hepatitis A disponibles a nivel internacional. Todas ellas protegen de manera semejante contra el virus y sus efectos colaterales. No hay ninguna vacuna autorizada para niños menores de un año de edad.

Al cabo de un mes de haber recibido una sola dosis de la vacuna, casi el 100% de las personas habrá alcanzado niveles protectores de anticuerpos. Incluso después de la exposición al virus, una dosis de la vacuna dentro de las dos semanas posteriores al contacto con el virus tiene efectos protectores. Aún así, los fabricantes recomiendan dos dosis de vacuna para que la protección dure de cinco a ocho años después de la vacunación. Millones de personas han sido inmunizadas sin haber sufrido efectos adversos graves. La vacuna se puede administrar en el marco de programas regulares de inmunización infantil y junto con otras vacunas comúnmente administradas a los viajeros.

¿Dónde se presenta la infección?

Se pueden distinguir áreas geográficas de nivel elevado, intermedio o bajo de infección por VHA.

  • Nivel elevado: En países en desarrollo donde las condiciones de saneamiento y las prácticas de higiene son deficientes, el riesgo de infección en algún momento de la vida es superior al 90%. La mayor parte de las infecciones se presentan en la primera infancia y a esa edad los infectados no padecen síntomas visibles. Las epidemias son poco frecuentes porque los niños de más edad y los adultos suelen ser inmunes. En estas áreas la morbilidad es escasa y los brotes epidémicos son raros.
  • Nivel intermedio: En países en desarrollo, países con economías en transición y regiones donde las condiciones de saneamiento son variables, en la primera infancia los niños suelen escapar a la infección. Irónicamente, debido al mejoramiento de las condiciones económicas y de saneamiento, puede haber mayores tasas de morbilidad porque la infección se presenta en grupos de más edad y pueden aparecer grandes epidemias.
  • Nivel bajo: En países en desarrollo donde las condiciones de saneamiento e higiene son buenas, las tasas de infección son bajas. Puede haber morbilidad entre adolescentes y adultos en grupos de alto riesgo, por ejemplo consumidores de drogas inyectables, hombres homosexuales o personas que viajan a zonas de alto riesgo, y en poblaciones aisladas, por ejemplo comunidades religiosas cerradas.

Actividades de inmunización

La planificación de programas de inmunización en gran escala debe comprender evaluaciones económicas detenidas y prever métodos alternativos o adicionales de prevención, por ejemplo mejora del saneamiento y educación sanitaria para favorecer la higiene.

El que se incluya o no la vacuna contra la hepatitis A en la inmunización sistemática de los niños depende del contexto local, inclusive del grado de riesgo para los niños. Varios países, entre ellos la Argentina, China, Israel y los Estados Unidos de América, han introducido esa vacuna en la inmunización sistemática de los niños. Otros países recomiendan administrar la vacuna a personas que corren mayor riesgo de contraer hepatitis A, por ejemplo viajeros que se dirigen a países donde el virus es endémico, hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres, o enfermos hepáticos crónicos (debido a un mayor riesgo de complicaciones graves en caso de infección por VHA).

Las recomendaciones sobre la vacunación contra la hepatitis A en caso de brotes epidémicos deben ser específicas según los lugares, inclusive según la viabilidad de emprender rápidamente una campaña de inmunización generalizada. La vacunación para controlar brotes comunitarios tiene una eficacia óptima en las comunidades pequeñas, si la campaña comienza precozmente y se alcanza un alto grado de cobertura de múltiples grupos de edad. Las actividades de vacunación se deben complementar con educación sanitaria para mejorar el saneamiento y las prácticas de higiene.

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